HISTORIA DE LA PEDAGOGIA



Nacimiento de la palabra pedagogía y el oficio del pedagogo.

Etimología de la palabra pedagogía

                         
La palabra pedagogía deriva del griego Paidós que significa niño y agein que significa guiar, conducir, “El que conduce niños”. La idea que se tiene de pedagogía ha sido modificada porque la pedagogía misma ha experimento desde principios de siglo cambios favorables. Cada época histórica le ha impregnado ciertas características para llegar a ser lo que en nuestros días se conoce como: Ciencia multidisciplinaria que se encarga de estudiar y analizar los fenómenos educativos y brindar soluciones de forma sistemática e intencional, con la finalidad de apoyar a la educación en todas sus aspectos para el perfeccionamiento del ser humano. Es una actividad humana sistemática, que orienta las acciones educativas y de formación, en donde se plantean los principios, métodos, prácticas, maneras de pensar y modelos, los cuales son sus elementos constitutivos. Es una aplicación constante en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Por su carácter ínter disciplinario, fusiona áreas como Filosofía, Psicología, Medicina, Antropología, Historia, Sociología y Economía. El aporte que hace cada una de ellas a la pedagogía es lo que enriquece y favorece el quehacer pedagógico, además de proveer las bases científicas que dan el carácter de ciencia a la pedagogía. Por un lado permite explicar y plantear de manera eficaz los fenómenos educativos y sus procesos desde todas sus vertientes, culturales, filosóficas, psicológicas, biológicas, históricas y sociales.
En el siglo VIII los árabes conquistaron la península Ibérica y surgieron las escuelas musulmanas, siendo la de mayor apertura e inclusión al mundo occidental la primera escuela con carácter de universidad la de Córdoba, España. Posteriormente con el avance de la división de poderes y clases sociales se estratifica la educación quedando claramente plasmada durante la época medieval y en el origen del feudalismo. Los únicos que podían acceder a una educación formal y sistemática eran los reyes e hijos de nobles, y los que podían transmitir y fungir como maestros los sacerdotes (clérigo). Los esclavos eran sometidos a largas jornadas laborales y sin acceso al conocimiento.
El Diccionario etimológico de Dauzat indica que la palabra educación apareció hacia 1327 en el Miroir Historial de Jean de Vignay. Según el Dictionnaire de Robert, la palabra pedagogía se remonta a 1485  y Littré concreta que se Hall en la Institución chétienne de Calvino (1536).

                                
                                         
                                        
La pedagogía ¿Es o no una ciencia?
                                       
Por Pedagogía comprendemos a la construcción discursiva o teoría sobre lo educativo que articula: procesos de circulación culturales, relaciones humanas que los hacen posible y sentidos que otorgan y/o reproducen los mencionados procesos y relaciones. Como se puede apreciar, y en coherencia con la idea de ciencia concebida como los diversos discursos estructurados por una rigurosa estructura racional, la definición de Pedagogía propuesta pretende trascender el sentido positivista-moderno de ciencia, centrado en el método. Algunos autores definen a la pedagogía como ciencia, arte, saber o disciplina, pero todos están de acuerdo en que se encarga de la educación o también puede decirse que la pedagogía es un conjunto de normas, leyes o principios que regulan los aprendizajes en el proceso educativo.
Como puntualiza Lemus (1969), la pedagogía es una disciplina que tiene por objeto el planteo, estudio y solución del problema educativo. Por tanto, para este autor es claro que la pedagogía es ciencia en cuanto tiene un objeto de estudio propio, hace uso de métodos generales, y el resultado de sus estudios y de sus hallazgos forma un sistema de conocimientos regulado por ciertas leyes.
Para poder contextualizarla y fundamentar científicamente su teoría, afirmaremos –según Petrus (1997)– que su objeto material es la educación y su objeto formal lo constituye el conocimiento del fenómeno educativo. Otros autores, como Ortega y Gasset, ven la pedagogía como una corriente filosófica.

Con estos antecedentes, ¿podemos afirmar que la pedagogía es una ciencia? La ciencia no se circunscribe a las ciencias naturales o a las “exactas”, sino que es un sistema integral que incluye: el estudio de la naturaleza y de la sociedad; la filosofía y las ciencias naturales, el método y las teorías, las investigaciones técnicas y las aplicadas.
Hernández (2003) expone que, en el campo de las ciencias sociales, el sujeto y el objeto de la investigación (el ser humano) coinciden, y el investigador forma parte del mundo que estudia, de manera que no podemos alcanzar la objetividad que se pretende en la ciencia, ni aun en las ciencias naturales.
De acuerdo con Sarramona y Marqués, citados en Meza (2002), se han planteado las siguientes posiciones:
1. Un primer grupo que considera a la pedagogía como única ciencia de la educación, donde las demás ciencias relacionadas con la educación serían simples ramas de aquella y por tanto son denominadas “ciencias pedagógicas”.
2. Otro grupo de autores, si bien consideran a la pedagogía como la ciencia general de la educación, no tiene inconveniente en admitir la existencia de otras “ciencias de la educación”, pero sin otorgarles carácter independiente respecto de la primera.
3. En tercer nivel encontramos a quienes admiten la existencia de un conjunto de ciencias relacionadas con la educación, pero independientes entre sí como disciplinas científicas.
4. En último extremo estarían quienes otorgan el calificativo de “ciencias de la educación” a toda ciencia relacionada con la educación, directa o indirectamente, aunque no la tengan como objeto especifico de estudio.
Meza (2002) considera que la pedagogía tiene claramente rango de ciencia, principalmente a partir de la emergencia del enfoque crítico, por el cual se constituye en una ciencia en la que importa la subjetividad del ser humano, en la que se toma en cuenta el contexto cultural y las formas de interacción de las personas en él y que reconoce que el concepto de verdad tiene relación con la visión de mundo de cada persona. Bedoya (2002) también considera a la pedagogía como ciencia social donde se entrecruzan el acontecer histórico y el social.
La pedagogía, desde mi punto de vista, es considerada como la principal ciencia de la educación que se nutre de las llamadas “ciencias auxiliares de la pedagogía”, pues la educación es un proceso complejo con numerosas facetas. Entre otras, podemos mencionar las que se observan en la figura 1 siguiente: Bedoya (2002) nos aclara que la pedagogía debe dar una orientación teórica, epistemológica y científica a la practica educativa; es decir, debe dar cuenta, cuestionar y explicar el fenómeno educativo en su totalidad.
Pedagogía y educación

Hemos afirmado que la Pedagogía opera sobre la identidad de lo educativo, lo cual hace necesario retomar la nada sencilla temática de la especificidad de la Pedagogía.
Sin embargo, queremos dejar explícita el concepto de educación que nos guía. Entendemos por educación los procesos de circulación del patrimonio cultural, seleccionado por una sociedad en determinado momento histórico y que contribuye a la construcción de nuevos sentidos y alternativas, y/o la reproducción del status quo.
La educación es un fenómeno analizado por diversas ciencias, lo cual ha generado un universo de teorías, reflexiones y conocimientos que actúan sobre sus diferentes dimensiones. Ahora bien, dichos abordajes operan sobre partes, y no sobre el todo, de un fenómeno complejo y diverso como es el caso de la educación. En cambio para la Pedagogía, la educación es la construcción que la identifica. Al manifestar que en “lo educativo” está la especificidad de la Pedagogía, estamos afirmando que la teoría pedagógica opera sobre la identidad (entendida como lo propio de lo múltiple) de la construcción que hemos acordado en denominar educación, que como referimos anteriormente involucra la cultura que circula en las relaciones humanas de una sociedad que habilita a concebir otros horizontes y a reproducir construcciones culturales heredadas.


Lo propio de la Pedagogía es la teorización de los componentes de la educación, o de las posibilidades que surgen de la relación de los mismos. En síntesis, se podría decir que la Pedagogía teoriza sobre la particularidad, las articulaciones y/o conjunciones posibles de los componentes de la educación.
En un esfuerzo de sintetizar lo dicho y partiendo de lo expuesto sobre las ciencias en general y la Pedagogía en particular, consideramos que hemos planteado los cimientos necesarios para afirmar que la Pedagogía es una ciencia porque:
• Teoriza sobre una construcción específica: la educación.

• Posee un conjunto de concepciones y fines previos que, como toda ciencia, no la hacen neutral. Estas construcciones conceptuales constituyen las premisas y los sentidos, respectivamente, de su mirada y análisis sobre lo educativo.
• Posee una comunidad de profesionales o pedagogos que tienen a su cargo la generación de conocimiento sobre lo educativo y la actualización de su especificidad.
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Principales autores de la pedagogía
Jean Piaget
Jean Piaget (1896-1980) fue un filósofo y educador suizo, reconocido a nivel mundial por su trabajo en psicología evolutiva. Gracias a sus estudios, Piaget descubrió que existen diferentes estadios de desarrollo en los niños. Esto permite identificar 4 estadios cognitivos: sensorio-motor (de 1 a 5 años), preoperatorio (de 2 a 7 años), operaciones concretas (de 7 a 11 años) y operaciones formales (12 años en adelante). ¡Consigue el libro "El lenguaje y el pensamiento del niño pequeño"! 
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Jean-Jacques Rousseau
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) es uno de los autores más reconocidos de la época de la Ilustración. Filósofo, escritor y músico, Rousseau afirma que la educación es una forma de dominio social. Unos se imponen sobre otros mediante el conocimiento. ¡Descubre "El contrato social" en Amazon!
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Ovide Decroly
Ovide Decroly (1871-1932), médico belga, introdujo la relación que existe entre globalización e intereses. Centra sus estudios en el análisis de la percepción infantil. A partir de los intereses de los niños, explica los procedimientos de captación de la realidad de los mismos, que se dan a través de las totalidades. Siguiendo la misma línea, Decroly afirma que es necesario aplicar métodos educativos que estén en sintonía con la forma de percibir el mundo de los individuos. ¡Consigue "La función de globalización y la enseñanza" en Amazon!
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Lev Vygotsky

Lev Vygotsky (1896-1924) destacó durante toda su obra la importancia del entorno en el desarrollo de los niños, oponiéndose a la teoría respaldada por Piaget. El autor considera al medio social como pieza clave en el proceso de aprendizaje. La actividad social permite explicar los cambios en la conciencia de los alumnos. ¡Descubre más sobre Vygotsky en el libro "Pensamiento y lenguaje"! 
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Celestin Freinet
Celestin Freinet (1896-1966) fue un maestro francés creador de la escuela nueva. Propone una pedagogía vinculada de forma directa a los intereses de los niños, colocándolos en un rol activo. Se construye una escuela que tiene en cuenta la vida familiar y la del pueblo, generando una pedagogía única que vincula a la escuela con el medio social. Freinet es creador de actividades artísticas de motivación y expresión. ¡Consigue el libro "Técnicas Freinet de la escuela moderna" para conocer en profundidad su teoría! 
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Paulo Freire
Paulo Freire (1921-1997) es el creador de una pedagogía en la que los individuos se forman a través de situaciones de la vida cotidiana. La pedagogía libertadora de Freire plantea dos momentos diferentes. En la primera etapa el individuo deberá tomar conciencia de la realidad en la que vive, como ser sujeto de opresión. En un segundo momento, los oprimidos lucharán contra los opresores para liberarse. ¡Accede a más información en su conocida obra "Pedagogía del Oprimido"!
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El pedagogo en la formación
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La problemática actual sobre el profesional de la formación, nos indica que no existe univocidad en torno a su conceptualización. Leclercq (1991:32), nos indica que este profesional lleva asociadas toda una serie de macrofunciones que tienen que ver con:
Objetivos de la formación: considerando las aptitudes funcionales (modalidades de saber-hacer que sean útiles y tengan demanda social y que han de desarrollar los formados), considerando los procesos mentales que el participante ha de asimilar y dominar para demostrar dichas aptitudes en procesos de formación y considerando los contenidos de formación que han de dominarse (selección, secuenciación y ubicación en del soporte material tradicional o multimedia).
Contexto: considerando la variedad de destinatarios y proyectos, recursos y limitaciones; así como los agentes y sus funciones.
Estrategias y actividades de aprendizaje: considerando las teorías de aprendizaje del adulto, estilos cognitivos, perfiles individuales, aplicando estrategias de intervención o los métodos más propicios y evaluando la acción y los resultados.
Este primer intento, loable si se quiere desde el punto de vista de la integración funcional, no nos aporta mucha luz sobre la función del pedagogo, aunque delimita los campos de acción. Por su parte, Schulz (1988) nos especifica un poco más sobre el particular, partiendo del modelo dual alemán, cuando nos refiere que las tareas explícitas del personal de formación pueden ser indicativas de su función:
• Reclutamiento-Captación. Supone una toma de decisiones en relación con el desarrollo personal y las necesidades de la empresa. Se concreta en determinar los criterios de selección y el número de aprendices o trabajadores que deben ser considerados como posibles participantes en procesos de formación.
• Selección. Tras la determinación anterior, esta función permite escoger de forma individualizada o más generalizada a los participantes en la formación. Requiere examinar las aptitudes personales y profesionales, las características sociales o sociológicas, las actitudes, la motivación de los candidatos para una plaza en la formación. Implica, además, el establecimiento del proceso de selección (cuestionarios, entrevistas, tests, pequeños ensayos de trabajo, etc.).
• Planificación y organización de la formación. Se distinguen dos niveles de macroplanificación, que implican la planificación de los recursos financieros, agrupación de participantes, selección de formadores, coordinación de acciones y microplanificación, que supone la elaboración de un plan de formación, la elección de los puestos de trabajo para la formación, los objetivos, los contenidos, los materiales....y la elaboración de planes de cambio-ajuste durante la formación.
• Negociación y contactos. Debe ser consciente de que su tarea no se realiza de forma aislada sino que debe iniciar, mantener y consolidar unas relaciones externas: corporaciones, sindicatos, consejerías de trabajo o de formación, centros de orientación, de formación, universidades, etc. asociaciones empresariales y Cámara de Comercio, como mínimo
• Asistencia-Orientación-Consejo. Esta función indudablemente tendrá mayor importancia cuanto menor sea la edad del participante en procesos de formación y mejora. Dos serían los ámbitos: el personal y el profesional. Supondría actividades en relación a la introducción en la empresa, posibilidades de trabajo, ayuda en caso de incertidumbre, solución de problemas personales, reinserción, autobúsqueda de empleo y aprender a emprender.
• Instrucción /transmisión. Lo cual significa aportar información teórica y actividad práctica que ayuden a conseguir los objetivos propios de una formación profesional relacionada con una rama o con determinados puestos de trabajo.
• Evaluación. Referida tanto a determinar el grado de consecución de los objetivos propuestos como el desarrollo del plan de formación, las responsabilidades de los formadores, la adecuación de las actividades, los recursos, la infraestructura, etc.
También cabe considerar en este sentido las aportaciones de la conferencia flamenca sobre el tema “El formador, un consultor en una organización de trabajo en evolución” (1992), donde se especifica que las tareas del formador deberían ser las siguientes:
• integrar la política de formación en la gestión del personal y de la organización.
• detectar las necesidades para el estudio de las demandas de formación, en concertación con los departamentos concernientes y analizar si otras soluciones no formativas son susceptibles de ser aprobadas como eficaces.
• ayudar a la concepción de métodos de aprendizaje abiertos que apoyen al aprendizaje funcional y a la formación al aprendizaje.
• crear un ambiente de aprendizaje favorable optimizando el medio de trabajo (sistemas de documentación, descripción del trabajo, asistencia al trabajo, simulaciones, formación durante el trabajo) y organizando las formaciones sobre la medida de “justo a tiempo”.
• asistir a los trabajadores con el fin de permitirles mejorar su propia organización de trabajo.
• evaluar los efectos de la formación y del acompañamiento del aprendizaje durante el trabajo en términos de eficacia a largo plazo y de la influencia sobre la organización.
Estos tres acotamientos iniciales sobre la función del formador-pedagogo son claros exponentes de la dificultad que venimos exponiendo cuando se trata de analizar el perfil profesional. Pero además, hay que tener presente que bajo la denominación “formación” se integran un conjunto de personas que ejercen su actividad profesional asalariada en este ámbito y no siempre realizan la formación propiamente dicha, sino que se mueven en tareas periféricas -necesarias- para la realización de la formación, ocupando un lugar cada vez más importante, con un perfil profesional propio (“management” de la formación, por ejemplo). Con ello queremos indicar que existe una “extensión” del rol de formador. 
Asumimos, pues, la tendencia a la división del trabajo en el seno de la función del formador, que implica la emergencia de verdaderos profesionales, por un lado, hasta la presencia cada vez más numerosa de formadores ocasionales, por otro. A ello habría que añadir también el propio confusionismo o falta de precisión de algunos términos, de manera que los enseñantes-profesores se asocian generalmente al ámbito formal (escuela técnica o profesional), mientras que los formadores lo son a la empresa o a las instituciones de formación no formal. No entraremos tanto en el análisis semántico como en el funcional.
De ahí que cualquier tipo de clasificación, catalogación o identificación tenga sus riesgos y defectos. Pero asumimos, de salida, que no puede abordarse de manera unificada, por cuanto tampoco los contextos económicos, laborales, políticos y culturales lo son.
Podríamos considerar una catalogación lo suficientemente amplia para incluir los distintos roles profesionales del formador. En este sentido, optamos por una clasificación, que de acuerdo a funciones y competencias, nos aboca a diferentes tipos:
1. Técnicos de formación
2. El formador como instructor-enseñante-profesor
3. Otros roles asociados a los anteriores.
Esta clasificación inicial deviene de la consideración de los diferentes ámbitos de actuación y funciones profesionales a desarrollar. En consecuencia, los roles (perfiles profesionales) derivados en formación presentan matices marcadamente diferenciales a partir de dichos ámbitos y funciones, que como es obvio van más allá de la mera descripción de perfil profesional, incidiendo tanto en la formación inicial y continua de estos profesionales y en el diseño curricular de la misma.
Partimos, como se ilustra en el ideograma siguiente, de tres ámbitos de actuación profesional diferenciales, pero íntimamente interconectados en formación, obviando en este momento su caracterización y las implicaciones de su interconexión. Nos estamos refiriendo a: a) el contexto general (entorno sociolaboral), b) el contexto institucional (centro de formación-centro de trabajo, según sea el caso), y c) el contexto aula-taller.
De otra parte, pueden articularse las diferentes funciones de actuación profesional en formación en torno a dos ejes, siendo el punto de conexión o encuentro el propio desarrollo de la formación. Nos referimos concretamente a: a) planificación, b) desarrollo, c) evaluación, d) gestión-coordinación, y e) investigación-innovación.
Del cruce de contextos de actuación y funciones a desempeñar, tal como se ilustra en los gráficos, emergen diferentes perfiles profesionales, que en nuestro caso los hemos aglutinado precisamente en torno al predominio de una de las funciones en un contexto específico, sin que por ello no queden afectados por el resto, como comentaremos.
Como ya hemos indicado, en nuestra clasificación existe una gran diferencia entre el profesional que opera en el aula-taller (el formador propiamente dicho) como contexto de actuación y el resto de profesionales –técnicos de formación- cuyo contexto de actuación se circunscribe a la institución conectada con el entorno sociolaboral, sin tener relación con los grupos de aprendizaje.
En todo caso, baste de momento la advertencia de que aunque el formador pueda circunscribirse al aula-taller, y por tanto a la función de desarrollo de la formación (docencia: impartir cursos de formación). Su competencia profesional no queda circunscrita, como tal, a dicho contexto, por cuanto para que la función de desarrollo (docente) sea efectiva necesita de aditamentos competenciales del resto de las funciones y relaciones con el resto de los contextos en los que queda inscrita el aula-taller. De tal forma, que el formador es también un profesional que integra el resto de las funciones.
De manera que podemos verificar que el formador queda afectado por la función de planificación, en la medida en que ha de diseñar y ajustar cursos de formación de acuerdo a grupos de aprendizaje; por la función de evaluación, en cuanto que debe evaluar la formación impartida y verificar consecuentemente los aprendizajes (logros) adquiridos por el grupo de aprendizaje; por la función de gestión-coordinación en cuanto que ha de participar en la dinámica-política organizativa en pro del desarrollo organizacional y la mejora de la formación, además de crear y mantener relaciones con el entorno profesional; y por último, por la función investigación-innovación, ya que ha de analizar el propio desempeño y los programas desarrollados, incorporando los cambios en los procesos de formación según las exigencias del entorno, contribuyendo con ello a la mejora de la calidad de la formación.
Ni que decir tiene que estas competencias profesionales entrañarán toda una red de saberes (capacidades, actitudes, conocimientos, etc.) .Algo parecido acontece con el resto de roles (perfiles) profesionales, de ahí que ahora nos detengamos, aunque sea mínimamente, en su descripción.
Función pedagógica
La función pedagógica es el ejercicio de tareas cuya realización requiere competencias adquiridas por medio del conocimiento de la educación; es  una actividad específica, con fundamento en conocimiento especializado, que permite establecer hechos y generar decisiones.  Es una función necesaria para satisfacer la necesidad social de calidad de educación. Lo propio del profesional de la educación es la intervención pedagógica correspondiente a la función pedagógica para la que se ha habilitado.
El reconocimiento social de la función pedagógica no proviene de la estimación social del ámbito en el que se ejerce la función (en este caso la educación) sino de la competencia para resolver los problemas que se plantean en el ámbito, y por tanto, del conocimiento de la educación y de su elaboración técnica. Los profesionales de la educación ocupan un espacio social definido en el sistema educativo y compatible con la actuación de otros profesionales y con la de otros agentes de la educación. No todo profesional del sistema educativo es profesional de la educación, en tanto en cuanto sólo el contenido de la formación profesional de éste es siempre el conocimiento de la educación. Desde la perspectiva, la F. P.  se identifica lógicamente con la de un especialista que domina los conocimientos teóricos, tecnológicos y prácticos de la educación que le permiten explicar, interpretar, transformar y decidir la intervención educativa propia de la función para la que se habilita.
Actualmente identificamos tres tipos de funciones pedagógicas: funciones de docencia, funciones de apoyo al sistema educativo y funciones de investigación pedagógica. Cabría pensar que debiera añadirse la función educadora al cuadro de funciones pedagógicas, porque no es lo mismo educar que enseñar. Educar es, en efecto, la función más excelsa del pedagogo y esa función está asumida, desde la Pedagogía en cada una de las demás funciones, tanto desde la consideración de la educación como ámbito de conocimiento, como desde la consideración de la educación como acción. Ahora bien, dado que hablamos de funciones pedagógicas en sentido estricto, debemos mantener la diferencia entre Pedagogía y educación y, precisamente por esa distinción, sería un error atribuir la función de educador de manera particular al pedagogo de carrera, como si no hubiera educadores que no son pedagogos.
Y esta afirmación, que acabamos de hacer, no debe tomarse como renuncia a la acción y a la competencia especializada y específica en la función pedagógica, sino como reconocimiento de responsabilidad compartida en la tarea educativa. Y así las cosas, salvando la responsabilidad compartida, también hemos de reconocer que en cualquier función pedagógica se incluyen competencias educativas, pues, por principio de definición nominal que hemos visto en el primer capítulo y por principio de finalidad en la actividad, ejercemos funciones pedagógicas y eso quiere decir que lo son, porque usan el conocimiento de la educación para educar: no se trata de enseñar, investigar y apoyar cualquier cosa, sino de enseñar, investigar y apoyar lo que educa, o sea, para educar. En este discurso, la función educadora está presente como objetivo y cualidad en las funciones pedagógicas de docencia, apoyo al sistema educativo e investigación, que son tres funciones pedagógicas distintas entre sí.
Entre sí son funciones distintas, porque desde el punto de vista de la comprensión lógica a cada tipo de función le corresponden unas características que no se le pueden quitar sin que pierda su sentido la función. Además, son funciones complementarias respecto del sistema educativo, porque las tareas a realizar en cada caso, que tienen unas características exclusivas y requieren competencias pedagógicas diferentes, cubren cada una de ellas la realización de diferentes tareas en el sistema educativo.
El núcleo pedagógico formativo es distinto para cada  función y se diversifica también dentro de la misma función, a medida que se especializa la función genérica. Función pedagógica y profesión pedagógica no son exactamente lo mismo, pues una profesión puede desempeñar varias funciones al mismo tiempo; tal es el caso de la profesión de profesor, que requiere otras  funciones además de la docencia (Touriñán, 1987, Estatuto del profesorado).
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Referencia
realizado por
JAVIER ROSALES CARREÑO
ALFREDO SEBASTIAN SANCHEZ GOMEZ

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